miércoles, 2 de mayo de 2012

Ni el pacto de Llanes

A falta de dos jornadas para el final, nos encontramos con que los descensos están prácticamente repartidos,  o en su defecto, otorgados a algún equipo que, con sus extraños movimientos indios o de banquillo, se ha ganado a pulso su plaza en la segunda división. Los aficionados del Racing lloran ahora los chistes del presidente de su comunidad, quien esperaba convertir al Racing en un proyecto multicultural: primero cántabro, después indio, más tarde europeo, e imagino que finalmente, mundial.

Mientras, al otro lado de la frontera, las inmensas bomberadas de un presidente que nunca ha creído en lo que tiene en casa, que fue lo que siempre le había dado resultados. Con muy pocos medios, muy pocos fichajes, y una cantera de la que poco se habla, pero de un rendimiento importante en este país, la combinación Mareo - Preciado no fue suficiente para aguantar en un banquillo calentito, que ahora llora cuando ve que su nuevo entrenador quita a los jugadores de más clase, De La Cuevas y Colunga, para volverse loco a cañonazos. Un detalle sin importancia, puesto que el error está en desconfiar en aquel que siempre lo ha conseguido, para confiar en la mecha prendida.

A parte de indios y bomberos, de presidentes de comunidad y gasolinas para el fuego, recuerdo ahora todas aquellas noticias que se publicaban respecto al famoso Pacto de Llanes. Un acuerdo aparentemente tácito entre ambas instituciones cántabras. El que mejor recuerdo es el de 2010, el cual llevó al Xerez a la segunda división, al Tenerife a un pozo del que le resultará complicado salir, la 2ª B, y al equipo de mi ciudad, el Valladolid, a estar en estos momentos intentando salir del atolladero y poder volver a la élite.


El año pasado, en la penúltima jornada, ambos equipos se enfrentaban. Al Racing de Santander lo entrenaba un asturiano, Marcelino, que había cogido el equipo a mitad de temporada y prácticamente lo tenía salvado. Al otro lado de la frontera, un cántabro, con su forma tan especial de expresar las cosas, incidía y se empeñaba en convencernos de que no existiría ningún acuerdo. Y los medios apenas reían las gracias del bufón Revilla, que solo podía hacer de avestruz. El Sporting de Preciado ganó 2-1, y consiguió vivir una última jornada tranquila, donde empato a 0 contra el Mallorca, mientras que al Racing sólo un revote le hubiera descendido.

¿Y ahora que? Ahora ambos equipos están descendidos y a mí no me queda más remedio que aprovechar la situación para recordaros alguno de nuestros refranes más famosos, como aquel que dice: El tiempo pone a cada uno en su sitio. En futuros encuentros seguiremos riendo las chabacanerias de unos y los desplantes de otros clubes, temerosos que algún acuerdo entre ambas entidades, ponga más difícil el ascenso a otros equipos, y haga tambalear los cimientos del fútbol por algo tan básico como la vecindad. 

Puede que lo más justo sea que tanto Racing de Santander como Sporting de Gijón se encuentren en una final de la fase de ascenso del año que viene, y salgan a relucir las miserias de unos cántabros no tan asturianos, o de unos gijoneses menos cántabros de lo que se disfrazan. Creo que sería el único momento en el que no existiría la duda entre los dos equipos, y por fin podríamos decir: que gane el mejor!

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